Aún recuerdo la manera en que nos conocimos, como es que sus ojos y los míos coincidieron en el mismo punto para cambiarnos la historia…
Esa mañana de agosto llovía, Dolores, mi amiga del trabajo, y yo caminábamos por la calle, buscábamos a su esposo que le traía documentos, me descuidé y la perdí de vista; pasos más adelante me encontré con los ojos más hermosos que hubiera visto en mi vida. Era él, de pie junto a mí…
- Me perdí -jajaja- con nervios por ese inesperado encuentro me sonreí.
- Qué buscas.- me contestó él con mucha mayor serenidad.
- A mi amiga, venía conmigo… No sé, me perdí.
Me impactó mucho el ver a un hombre tan hermoso, sí, hermoso. En el pueblo no se ven ese tipo de “ejemplares” de manera frecuente. 
- Adiós.
- Adiós.
No supe quién era, sólo que permanecía de pie frente a un establecimiento donde se venden refacciones. Quizá el nombre del lugar podría darme algún indicio de quién es, de dónde viene.
Desde entonces amo su mirada, sus ojos, la ternura de sus labios, la dulzura de las palabras de su boca que me inundan. Hace muchos años que nos conocemos e iniciamos este juego de querernos. Quizá yo tenga muchos más de quererlo, pero eso no importa.
En un principio fue el intento de escribir el relato más largo de mi vida, ese donde Ángel y yo somos los protagonistas. Una historia de amor que se hacía a sí misma. 
Lo elegí como el protagonista de mi vida apenas lo conocí y me inspiró este cuento de amor. El mismo que es ahora…
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