martes, 29 de noviembre de 2011

¿Cómo llenar el vacío que dejas esta noche en casa?

no puedo llorar pero me exilias al frío,
pena, dolor y ausencia en mi pecho…

Temblor de miedos,
Palabras ausentes,
Te vas con ella entre sombras,
Y no te puedo retener.

Tus ojos se cierran,
Ya no me hablas,
Dejas que me invada este silencio
Y esta soledad sin ti.


La decisión necesaria cae casi siempre sobre ti, ver a tu ser querido partir y tener la alternativa de llevarlo al hospital a prolongar un poco más su vida o dejarlo ir cobijado del amor de los suyos. La partida de mi padre fue así… la mejor, la que está llena de amor.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Muy feliz...

Mi hombre está creciendo en su proyecto,
mi hombre está fortaleciendo su profesionalismo,
sus sueños, su éxito...

Lo amo intensamente...

lunes, 17 de octubre de 2011

Aunque el amor...

Entre sueños e imágenes del pasado,
escapando de mi soledad te volví a encontrar,
tu presencia trae a mi vida un rayo de luz
la que alumbra todas mis noches.

Busco tu nombre en cada rincón,
sé que no estás a mi lado,
pero mi ser añora tu ahora tan lejana cercanía,
te busco…

Hora tras hora, noche tras noche me resguardé en los recuerdos tuyos,
me hiciste adicta a tus palabras,
has sido el remedio de dolores,
eres el impulsor de mis letras.

Aun así, no estás,
noche tras noche, te busco
y sólo encuentro la tenue huella de tu amor,
no estás.

Mis brazos se están cansando de esperarte,
mis manos se enfrían,
mi calor se desvanece,
Aunque mi amor permanece…

martes, 11 de octubre de 2011

Mi despertar, dulce del sabor de tu nombre

Gocé mi despertar con el dulce sabor de tu nombre,
desde la primera gota de anoche
hasta la última de esta madrugada…
te saboreé…

Nuestro deseo fundido anoche…
suave, lentamente,
diluyendo su sabor en mi boca,
quedándose en ella.

Esta noche me iré a dormir,
con el sabor de tu nombre
llenando mi insaciable necesidad de ti.

martes, 4 de octubre de 2011

Si te dejaras amar…

Momentos en los que tus manos me tocan, mi cuerpo se derrite el compás de tus caricias; al escuchar brotar mi nombre apasionadamente de tus labios, mi imaginación dibuja esas historias que te escribo.

Imaginar tu cuerpo entrelazado a mis pensamientos, en mis sentimientos profundos en los que cada caricia tuya es un regalo; con tu mente de deseos eternos, sin prejuicios, con el deseo de que cada instante sea eterno, que me envuelvas en tu mirada, de mirarme siempre en lo que reflejan tus ojos… que nuestras manos permanecieran unidas por el resto de nuestros tiempos.

Pero mil veces más el momento se acaba, se hace frío, te intoxicas, y mi mundo es distinto al de mis sueños… me veo hurgando en mi interior respuesta a esas interrogantes. Busco entre cada sentimiento y sólo logro confusión entre esos momentos alegres y los que no lo son.

Y te vuelvo a encontrar, navegando entre mis sueños, tu presencia en mi vida de cada noche, mis ojos besando tu nombre, noche tras noche cobijando mi cuerpo convirtiéndote en el motor de mis letras.

lunes, 3 de octubre de 2011

Mi deliciosa luna de octubre.

La del 16, la que refleja quietud,
de dos almas amantes,
de un corazón masculino,
de una mujer que le ama.


La del 16, desafiando promesas,
de un amor que descubre el ayer,
de una imperturbable sonrisa,
y de ilusiones eternas.


La del 16, que está cerca de mí,
que provoca mis más íntimos deseos,
la que motiva mis planes,
la que se apasiona de ti, mi deliciosa luna de octubre.

Continuación...

Empezaba, desde luego, una relación intensa.


Poco a poco la tina se fue llenando, de pronto sonó el teléfono. Diana se metió en la bata y caminó hasta este. Antes de responder cesó de sonar. Afuera se escuchaba la lluvia que golpeaba sobre la calle, se introdujo en la tina. Cerraba sus ojos imaginando que todo lo recién vivido había sido sólo un mal sueño, en la lejanía percibía como un susurro la voz de Rafael, ese hombre que le quitaba el sueño. El, que vivía en su presente y que se estaba convirtiendo en el protagonista de sus noches y días de pasión.

Rafael no dejaba de hablar, ella no quería abrir los ojos, no quería dejar de imaginar, no podía dejar escapar ese momento. Finalmente cerró la puerta del baño. No hay nadie más, sólo ellos y su deseo.

El agua está caliente, prácticamente hierve, la tina blanca y Diana dentro. Un sutil olor a vainilla brota del agua, inundando con su acogedor aroma toda la habitación. Aroma tibio, de ternura, de mucho amor.

Metió un pie, luego el otro, poco a poco se fue introduciendo hasta que todo su cuerpo fue cubierto por el agua caliente. Rafael se acostó dentro de la tina, poco a poco fue acoplándose a la temperatura, a la antesala de la relajación. La habitación está cubierta por vapor y mucho silencio.

Dos o tres segundos quizá bastaron para hacer conscientes a los dos cuerpos sumergidos en el agua de su cercanía, Rafael frota la espuma sobre el cuerpo de Diana, muy lento, sin prisas. Diana sostiene sus párpados cerrados, pero siente el frotamiento contra su cuerpo, sus pezones la delatan erguidos sobresaliendo del agua.

Sus mejillas poco a poco suben de color, están ardiendo. Ella ahora acepta la situación, tal cual sus senos la aceptaron. Siente como el agua dibuja sus formas, redondea sus muslos, el cuello, los hombros. Deja que no sólo el agua la abrace, ahora es consciente de que Rafael también lo hace entre espuma y vainilla.

Un camino de besos pausados recorre la columna vertebral de Diana, mientras Rafael la lleva a la luz del amanecer dorado, juntos. Las velas en el suelo se pierden del tiempo, del tiempo que ellos se besan.

Caricias dulces, llenas de ternura y sabor a pasión, susurros al oído, miradas directo a los ojos. Le transmite paz y confianza. Diana ya no siente miedo por los golpes que ha recibido, pero rompe en llanto. No cree aún que la vida para ella está cambiando, que le espera a partir de ese momento una gran época, la mejor de sí.

Rafael la había llevado a ese lugar para tocarla y protegerla. Le había prometido de forma implícita no tocarla hasta que ella se sintiera segura. Se había visto en otras ocasiones y ambos deseaban verse en otro plano, al menos uno de ellos, estaba enamorado ya.