miércoles, 14 de septiembre de 2011

Final, El Ángel de cada una...

Creo que hemos sido muy felices. Es perceptible cuando somos sólo un abrazo. Por fortuna el tiempo transcurrió para madurar nuestro amor como una bendición… de cuando nuestros cuerpos se desnudan.


La vida nos permite llenar las bolsas también de serenidad, incluso, de gotas agridulces que salen de los suspiros. Todo ha sido trascendental como nuestros besos y caricias. Todos los fantasmas y sombras desaparecieron dentro del bosque que llamamos para nosotros amor.

Sus ojos siguen describiendo sus sueños como llamas vivas; sigue siendo hermoso, atractivo. Ahora agonizan todos los sinsabores y los momentos de ausencia que antes nos hirieron. Sus impúdicas caricias inspiraron los mejores recuerdos que hemos acumulado a diario. Me encanta cuando lo veo descubrirse y abandonar sus temores y caretas en la mesa junto a la cama. Me fascina la forma en que sigue viéndome y la pasión que genera y me quema cuando me desnuda. Fue muy difícil liberarme de todos mis temores y lanzarme al vacío tras una cometa. Pero aprendí a volar, a despojarme de todas las prendas que me protegen para entregarme a sus manos, a sus deseos. Hoy tenemos un nuevo universo de sensuales sensaciones, con muchas sombras, la diferencia es que ahora son de serenidad y alegría. La ausencia es sólo un triste recuerdo y sus huellas sólo la marca del sendero por el que tuvimos que caminar en la obscuridad, hasta encontrar la mágica flor de la felicidad.

Atiborré mi memoria con hadas que rescaté de su olvido, mientras su cuerpo desnudo se deshojó cada noche en mis manos. Esa pasión hizo que viera crecer mi vientre. Sé que pude haber enloquecido en el olvido cuando las emociones me conducían hasta absurdos delirios.

Muchas oportunidades pasaron con el tiempo, con el matiz del desencanto y otras con engaño mientras no estuvo. Ahora son sueños que crepitan en el alma llena de gozo.

Desde el día en que me vi perdida en medio de una calle y me encontré con sus ojos supe que ese es el hombre de mi vida. Todo estaba en el mismo marco, incluso su ausencia. Tuvimos la oportunidad de enmendar el destino ante la triste predestinación de las estrellas siniestras.

Conseguimos que máscaras absurdas dejaran de asesinar nuestra autenticidad. Nos volvimos poesía, vida, carne y fuego. Vivimos enamorándonos y desenamorándonos mutuamente aunque sabemos que la magina de nuestro entorno no depende de nosotros, pero si nos envuelve en un místico sentimiento de deseo de seguir viviendo así, tal cual estamos, con la voluntad conciliada y el libre albedrío, siendo nuestro propio ángel liberador.

Tuvimos el momento de saltar al cielo, de viajar con el cuerpo y con la mente sin soltar nuestras manos. Cuando llegue el invierno a nuestra edad juntos buscaremos los leños que nos den calidez hasta que las ropas de madera nos transporten a otra dimensión, sin nostalgias, donde podamos burlarnos de todo y de nada. Dónde podamos estar junto al Creador Infinito.

Aquí, lo voy a esperar hasta que termine su trabajo de grabación, recargada en el dintel de la puerta, lo veré hacerlo hasta que se levante y se acerque a mí con los deseos de cada madrugada. Mientras tanto, me despojaré de la ropa que me cubre del frío, él me mira de reojo y sabe cómo lo espero persiguiendo su sombra y el aroma del deseo.

Es imposible que deje de bosquejarlo en el corazón mientras cuido a mi familia con el encanto de la música que imprime en sus creaciones y de su voz. Escribí muchos años de ausencia con el dolor de la sangre cada estrofa o poema que inspiró el sufrimiento. Hace mucho que ya no. Hoy escribo con otra fuente de inspiración. Somos 5 que conjugamos la vida cerca de Dios.

Esta noche el rocío de la mañana nos alcanzará despiertos, meciéndonos con un vaivén, embriagados de la aurora y el amanecer, hasta que los cuerpos duerman vencidos.

Quiero volver a la laguna a contemplarla con él. Con su mirada acompañando la mía, el navegar de los recuerdos que me rasgan la piel, antes de que las sombras de todas las tempestades nos alcancen o hasta que podamos despertar sin evaluar las razones de nuestro absurdo distanciamiento.

Quiero seguir escribiendo esos versos agridulces, a veces insípidos, otras destilando miel, como lo hice ayer y desde siempre. Seguir coloreando sus palabras y secando el sudor de su trabajo, aunque a veces lo asfixio, pero él es mi estrella. Como la que llegó a sus manos desde hace años y lo sigue desde entonces.

No te vayas jamás Ángel, no me abandones al amanecer. Quédate a contemplar el despertar del sol y su puesta en nuestras vidas. Envejece conmigo, como lo hacen las aves y el paisaje. Observemos juntos como se oculta la luna aunque permanezca en vela por siempre.

Eres mi Ángel, cuyo color de alas envuelve mis sentimientos, encandila mis días restantes y enrojece mis besos. Vive seduciéndome y haciendo alucines de mis pensamientos en un sensual cortejo; Transforma el furor de mis pasiones en ímpetus ciegas, estimula mi deseo de volver a contemplar la laguna y la cascada contigo, antes de que concluyan nuestros días.

- Ven, mañana terminas.



FIN

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