jueves, 29 de septiembre de 2011

Continuación...

Desde que terminó la universidad ya estaban marcados algunos rasgos en ella, era libre, pero esa libertad le representaba una gran palabra. Nunca se imaginó en aquellos tiempos lo que este lugar, de bosques y frío le traería a su vida. No sólo respiraba el aire fresco, tuvo un buen trabajo y la oportunidad de enamorarse de esta tierra.




Conversar sobre Huixquilucan era un intercambio de recuerdos gratos, pero el amor, entonces, no era parte de su aventura ni de sus tentaciones.



Era el primer contacto. La llamada telefónica la hizo Rafael. No tenía gran cosa que perder más allá del tiempo que ha vivido sólo con su hijo desde que aquella otra mujer los había cambiado. Esta fue graciosa; al parecer él percibió el cúmulo de emociones encontradas en Diana, los problemas, el trabajo, su ahora reducida familia, buscó hacerla reír y conseguir la ansiada cita.



Diana salió prácticamente corriendo de ese lugar, donde tiene casi 5 años, tratando de no discutir más en esa empresa, de aprender a trabajar entre gente osca y traicionera; lo llamó.



- ¿Dónde estás? Recuerda que no te conozco. – no atinó a saludar por los nervios que le recorría el cuerpo.

- Estoy exactamente en el acceso a Samborn’s, sólo entra, me verás.



Ambos seguían al teléfono. Quizá para ella era una especie de seguro para identificar a aquel hombre que la esperaba en el centro comercial, estaría hablando con ella. Por Dios, Diana, nunca imaginaste lo que la vida a partir de ese momento te tendría preparado.



Simplemente el fijar la vista al fondo del lugar, fue identificarlo. Ahí estaba Rafael. Sentado imperturbable esperándola. Para los dos fue instantáneo el encuentro, el conocerse ahora parecía de toda la vida. El saludo, un beso cálido en la mejilla.

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