Paredes trepidaron,
cristales que se quebraron y dominaron al silencio,
gritos y angustia que no permitían sostenerte en pie.
Fueron sólo unos instantes,
desconcierto dócil que detuvo todos los pensamientos,
hoy instantes de recuerdos
y de poder rogar a Dios por un nuevo día.
Quizá
al mismo tiempo todas las oraciones
por los que aún se perdían entre las batallas de fuego,
de escombros, los héroes temblorosos y miles de dolientes.
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